17 de abril de 2025
Por: Victoria Valdivia Cerda**
A lo largo de la historia de la humanidad, los Estados y – a través de estos- las sociedades han interactuado por medio del conflicto, con mayor o menor intensidad la competencia, es una constante en el Sistema Internacional.
Acorde a la teoría, la búsqueda de los Estados por prevalecer y sobrevivir, en un contexto donde los recursos vitales son limitados y no se encuentran igualmente distribuidos en el espacio geográfico global, junto con el sentido de competencia – es decir, que hay más de un país aspirando a hacer uso de los mismos recursos o herramientas que garanticen esa supervivencia – ha sido el motor primitivo de procesos como la innovación, pues sí: la ciencia y la tecnología, devenida de los procesos o ciclos innovativos, son parte también de esta competencia esencial que marca una de las pautas de relaciones entre los Estados.
Dependiendo del momento histórico, la competencia asociada a la ciencia e innovación ha adquirido matices o focos particulares: en términos generales, durante largos períodos de incertidumbre o conflicto que se agudiza, la ciencia e innovación se orienta hacia la generación de mejores herramientas o capacidades vinculadas al conflicto, mientras que, en aquellos períodos de menor intensidad de la competencia y/o conflicto internacional, esa innovación se volcará al avance de la ciencia por el conocimiento, cuyos productos mayormente se volcarán sobre avances de la propia academia.
Este patrón, que parece fácil de entender, es relevante en los tiempos que vivimos, puesto que el evidente ciclo de competencia y mayor intensidad del conflicto en el Sistema Internacional, podría ser un indicativo de que el nuevo ciclo de innovación tenderá a la generación de productos para los fines propios de la competencia asociada al conflicto.
Este punto es uno de los principales riesgos para la seguridad internacional del futuro próximo, particularmente por su vínculo profundo con el espacio ultraterrestre y la antártica: dos lugares geoestratégicos y cruciales para la paz y seguridad internacional.
La actividad asociada al espacio ultraterrestre es naturalmente un impulsor de la transformación innovativa y desarrollo tecnológico, debido a que de forma natural esta dimensión es hostil a la vida, por lo que cualquier iniciativa para generar actividad con presencia humana (como los astronautas) o remota (satélites y otras tecnologías), requiere el desarrollo de nuevas herramientas.
Gracias a la actividad espacial, el ciclo de innovación se ha visto fuertemente acelerado, por ejemplo, un producto derivado de ello es el – ya viejo- velcro, resabio de las primeras búsquedas para ajustar los trajes y otros elementos durante los viajes de los astronautas, en plena Guerra Fría.
Antártica
A su vez, por sus condiciones naturales, la Antártica se presenta como un laboratorio natural excepcional para el ensayo o simulación de condiciones que tanto las personas como las herramientas deberán afrontar en el espacio, lo que sin dudas ofrece una ventana de oportunidad para reducir la posibilidad de fallos que redundan en costos asociados al desarrollo de una misión y más profundamente a su éxito o fracaso.
El binomio espacio-antártica además se extiende sobre una gobernanza similar, siendo la espacial una réplica del modelo antártico con algunos puntos diferenciales, como es que el espacio es definido como patrimonio común de la humanidad y cuya gobernanza se encuentra regida por Naciones Unidas (UNOOSA) a contrario de la Antártica que como territorio no es patrimonio común de la humanidad y cuya gobernanza se rige bajo un cuerpo especialmente creado para estos fines: la Secretaría del Tratado Antártico.
Así, enfocándonos en los puntos comunes, ambos espacios han sido reconocidos por su alto valor internacional, lo que podría ser también fuente de disputas internacionales; por sus características intrínsecas de ser hostiles a la vida humana y un reconocimiento implícito que las herramientas humanas, por si solas, no son suficientes para afrontar sus riesgos y desafíos; requiriendo la cooperación y el desarrollo de la ciencia e innovación, para que la actividad allí conducida sea de menor riesgo para las personas involucradas.
De esta manera, la actividad espacial y la antártica tiene como condición inicial un entorno de colaboración más que de competencia, basado en la paz asociada a la actividad científica y la generación de medidas de transparencia y confianza que les permita a los países reducir la incertidumbre sobre las acciones de los “otros”.
Efecto «Guerra Comercial»
Volviendo a los tiempos que vivimos, la guerra comercial entre China y Estados Unidos es un síntoma más de un escenario internacional que parece haber entrado en un nuevo ciclo de conflictos, vinculados a la competencia por el Poder Internacional y vinculado al desarrollo de un nuevo ordenamiento global, denominado por Estenssoro como el “interregno hegemónico global”.
Este mayor clima de desconfianza e incertidumbre es también un potencial impulsor de un proceso de fragmentación de la industria espacial internacional, es decir que, de no mediar contrario, la pauperización de las relaciones interestatales podría llevar a orientar la ciencia, la innovación y el desarrollo industrial bajo una lógica de bloques regionales.
Ello no significa que la actividad espacial se vaya a reducir, sino que implica nuevos desafíos sobre todo en la lógica de la cadena de integración manufacturera, en donde los principales líderes por bloques deberían tender a la búsqueda natural de espacios neutrales o no alineados que faculten aquel intercambio e interacción que les permita continuar con sus planes de desarrollo.
Esto es importante y vital para países como Estados Unidos, China, Emiratos Árabes y la Unión Europea, sobre todo en el entendido que la búsqueda de desarrollo de misiones espaciales para terraformar cuerpos celestes como la Luna y Marte, son, en más de un caso, elementos vinculados a la estrategia nacional y, por tanto, cancelar dichos planes por el surgimiento del conflicto sería esencialmente contrario al motivo por el cual han sido creados.
¿Y la Antártica? Siendo cierto que el STA ha demostrado ser más eficiente para preservar la paz y colaboración, aún en climas de incertidumbre, la actividad antártica también debería verse impactada por elementos del escenario internacional como es la fragmentación de la industria espacial internacional.
Con a lo menos 3 programas espaciales mayores en desarrollo de capacidades para llegar a la luna y sus corolarios regionales para proveer segmentos de servicio a dicho propósito, existe también una evidente necesidad de mayor actividad en la antártica, laboratorio natural para estos fines.
Lo anterior ya se ha visto reflejado en un número creciente de investigaciones asociadas a programas espaciales arribando al continente blanco, tendencia que debería incrementarse: a mayor fragmentación del sector espacial, mayor podría ser el número de actividades espaciales a la antártica, simplemente porque aumenta el número de actores: donde antes había un solo programa basado en colaboración internacional, hoy podrían observarse 3 o 4, consecuencia de la fragmentación.
Siendo Antártica un continente consagrado a la paz y la ciencia, su carácter naturalmente neutral garantiza que una vez en el continente, no deberían observarse problemas para desarrollar actividades o recibir el soporte vinculado a la seguridad de los científicos y otros temas ampliamente normados por el STA. Sin embargo, cosa distinta es alcanzar el continente.
Sin lugar a duda, los países de mayor estatura o Potencias, que operan normalmente en Antártica, dependen con menor intensidad de la colaboración internacional para alcanzar el continente blanco, pero esto no significa que exista una completa autonomía – puesto que por sus distancias geográficas respecto del continente, aún necesitarán colaboración en aspectos logísticos- o que todos los países que necesitan del laboratorio antártico, para fines de sus programas y proyectos espaciales, posean dicha capacidad.
De esta manera, parece ser que la descomposición de la colaboración espacial internacional repercutirá en una búsqueda intensa por fortalecer la colaboración antártica, puesto que no existen mejores condiciones en el planeta de laboratorio natural para el medio ultraterrestre y el recrearlas artificialmente, es a lo menos costoso.
Así también, pareciera ser que en este juego de hipótesis se abre una ventana de oportunidad única para los países antárticos, como Chile: la ventaja de la proximidad geográfica y sus altas latitudes, sumada a la vasta experiencia logística, podrían repercutir en que Chile tome una inesperada posición en la “carrera espacial” que se germina: ser el puente de conexión entre el espacio y la antártica y por tanto un actor clave en la escena internacional.
¿De qué dependerá esto? En términos simples de la visión que como Estado Chile pueda resolver. Existe en viejo refrán que nada más recomendable para la diplomacia que la prudencia internacional. Una actitud prudente, neutral y respetuosa del Derecho Internacional, han sido por años la clave del éxito de la imagen internacional chilena, lo que acompañado con el cumplimiento de los compromisos contraídos ha consolidado una imagen de confianza y confiabilidad.
Chile debe plantearse, seriamente, el desarrollo y fortalecimiento de sus capacidades antárticas, por ejemplo, el incremento de bases científicas hacia la profundidad del continente, pensando en poder responder a la venidera demanda del sector espacial por medio de la antártica; fortalecer las líneas de investigación que desarrollan esta área; las alianzas y observar el desarrollo espacial como una actividad de Estado.
Asimismo, el aporte a la ciencia y conocimiento global, desde esta convergencia espacio-antártica, permite observar otros puntos de interés del país, como es la protección de los cielos oscuros y quietos, que, en el caso de los cielos polares, es infinitamente de mayor valor.
La actividad de los radiotelescopios en altas latitudes y sobre todo en espacios polares, son esenciales para el desarrollo de las misiones de espacio profundo, la generación de conocimiento que permite entender procesos y fenómenos terrestres a partir de la experiencia de otros cuerpos celestes, pero también descifrar preguntas relacionadas al origen de la vida. Antártica es un laboratorio natural, del espacio y la vida en la tierra, pero es también la clave para mantener y recordar la necesidad de colaborar, más que competir y avanzar juntos hacia objetivos globales comunes.
Fuente: infogate.cl/
El individuo fue interceptado por Carabineros y seguridad municipal tras ser captado portando un cuchillo en la vía pública.
El individuo fue interceptado por Carabineros y seguridad municipal tras ser captado portando un cuchillo en la vía pública.