8 de mayo de 2025
“La paz sea con todos vosotros”.
Con esa frase, el nuevo Papa León XIV —el estadounidense Robert Prevost— comenzó su primer mensaje como sucesor de Pedro, pronunciado desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, poco después de ser elegido por el cónclave de cardenales.
“Esta es la paz del Cristo Resucitado, una paz desarmada y también perseverante”, dijo el pontífice, agregando que proviene de “un Dios que nos ama a todos incondicionalmente”.
León XIV se presentó con un discurso cargado de referencias a la continuidad con el Papa saliente, Francisco, a quien agradeció “su voz valiente” y su “bendición al mundo entero”.
“Permítanme dar continuidad a esa misma bendición: Dios nos quiere mucho. Dios ama a todos y el mal no prevalecerá”, afirmó.
El nuevo líder de la Iglesia Católica también dejó un llamado explícito a la unidad: “Estamos todos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos. Mano de la mano, con Dios entre nosotros, vayamos adelante”.
Prevost —quien pertenece a la orden de San Agustín— expresó que, como “hijo de San Agustín”, quiere caminar con el pueblo cristiano “hacia esa patria que Dios nos ha preparado”. También dirigió un saludo especial a la Iglesia de Roma, subrayando la necesidad de “construir puentes de diálogo, siempre abiertos a recibir a quienes tienen necesidad de nuestra caridad”.
En español, el nuevo Papa reiteró su visión de una Iglesia cercana a los más vulnerables: “Queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, que busca siempre la paz y la caridad, que siempre busca estar cerca de quienes sufren”, además de mandar un saludo a Perú, país en el que trabajó durante muchos años y del cual incluso tiene nacionalidad.
Cerró su intervención invocando a la Virgen María en el día de la Virgen de Pompeya, y pidió rezar por su nueva misión: “Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo y pidamos esta gracia especial de María, nuestra Madre”.
Lee la transcripción completa
“La Paz sea con todos vosotros, hermanos y hermanas carísimos. Este es el primer saludo del Cristo Resucitado, el Buen Pastor, que ha dado la vida por el rebaño de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz llegue hasta sus corazones, les alcance a sus familias, a todas las personas, donde quiera que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra.
La Paz esté con ustedes. Esta es la paz del Cristo Resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante y también perseverante, que proviene de Dios, que nos ama a todos incondicionalmente. Todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, de Papa Francisco, que bendecía a Roma.
El Papa que bendecía a Roma daba también su bendición al mundo, al mundo entero, esa mañana del Día de Pascua. Permítanme dar continuidad a esa misma bendición: que Dios nos quiere mucho. Dios ama a todos y el mal no prevalecerá.
Estamos todos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos. Mano de la mano, con Dios entre nosotros, vayamos adelante.
Seamos discípulos de Cristo. Cristo nos precede. El mundo necesita de su luz. La humanidad necesita de Él como el puente para ser alcanzada. Ayúdenos también ustedes, los unos a los otros, a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser todos un solo pueblo, siempre en paz.
Gracias al Papa Francisco. Quisiera agradecer también a todos los hermanos cardenales que me han elegido para ser el sucesor de Pedro y caminar junto a ustedes como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, buscando siempre trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio y para ser misioneros.
Soy un hijo de San Agustín, Agustino, que ha dicho que soy cristiano y para ustedes, obispo. En este sentido, podemos todos caminar juntos hacia esa patria la cual Dios nos ha preparado.
A la Iglesia de Roma, un saludo especial. Tenemos que buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes de diálogo, siempre abierta a recibir, como esta plaza, con los brazos abiertos a todos, a todos aquellos que tienen necesidad de nuestra caridad, de nuestra presencia, de diálogo y de amor.
En español. A todos ustedes, hermanos y hermanas, de Roma, de Italia y de todo el mundo: Queremos ser una iglesia sinodal, una iglesia que camina, una iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que siempre busca estar cerca de quienes sufren.
Hoy, el día de la Virgen de Pompeya, nuestra Madre María quiere caminar siempre con nosotros, estar cerca de nosotros, ayudarnos con su intercesión y su amor.
Ahora, quisiera rezar junto con ustedes. Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo, y pidamos esta gracia especial de María, nuestra Madre”.
Fuente: cnnchile.com
La denuncia fue realizada a Carabineros, quienes detuvieron al imputado en flagrancia, un hombre chileno, de 40 años, con antecedentes policiales.
La denuncia fue realizada a Carabineros, quienes detuvieron al imputado en flagrancia, un hombre chileno, de 40 años, con antecedentes policiales.